Historia
Nadie sabe a ciencia cierta cuándo o
dónde se inició la masonería. Lo que sí sabemos es que la historia de la
masonería está íntimamente ligada a la historia de los constructores,
arquitectos y albañiles de la antigüedad.
De cualquier forma, la masonería es una
fraternidad antiquísima. Los primeros indicios de su existencia se
remontan al siglo XIII, época en que algunos albañiles (en francés, maçons)
comenzaban a independizar sus gremios de la tutela de los benedictinos.
Los nuevos gremios, algo así como los sindicatos de la actualidad,
monopolizaban la construcción de las catedrales y los castillos, que a
su vez eran los proyectos más lucrativos de la época. Para descansar se
reunían en chozas o talleres (en francés, loges)
en donde a su vez llevaban a cabo sus juntas y reuniones. Como era
común en esos años, los gremios adoptaron ceremonias y rigurosos
procesos de admisión y selección para proteger sus técnicas y
conocimientos de albañilería y construcción del gótico. Asimismo, los
conocimientos eran impartidos de acuerdo a su jerarquía en las obra:
maestro, compañero o aprendiz. Dada su relación con la Iglesia, basaron
todos sus ceremoniales en la Biblia, y dado que eran constructores,
recurrían frecuentemente al único pasaje bíblico que detalla un proceso
de construcción: la construcción del Templo de Salomón.
Con el tiempo los gremios fueron
creciendo y diseminandose por varias ciudades. Como no existían
los
certificados ni las membresías, comenzaron a adoptar palabras que les
permitían comprobar su jerarquía en otra ciudad. De esta forma, si
alguno de ellos decidía emigrar a otra parte sólo tenía que entrar en
contacto con alguien de su jerarquía en el gremio y hacerle saber la
palabra secreta, lo que le aseguraba entrar con un mejor sueldo que el
de aprendiz y no estar en observación por varias semanas.
A finales del siglo XVI los gremios
estaban a punto de desaparecer tras la entrada del estilo renacentista
que los había sacado del mercado. Deseosos de conservar su
organización, dado que la fraternidad no solo les ofrecía seguridad en
el empleo sino un estatus en la sociedad, comenzaron a adoptar miembros honorarios,
personas ricas e influyentes que aceptaban entre sus filas y que les
servían de tutela y protección frente a la nueva competencia. Dado que
ya no sólo se componían de constructores, los gremios comenzaron a
identificarse como Fraternidad de los Masones Libres y los Aceptados,
mismo que ha conservado hasta la actualidad. Una de las primeras
evidencias de esta evolución es el diario de Elías Ashmole, el fundador
del Ashmolean Museum de la Universidad de Oxford, que en 1646 detalla su iniciación en la casa de su suegro en Warrington.
La fraternidad fue evolucionando con el
paso del tiempo. Dado que las políticas y procesos de selección eran muy
rigurosos y el nivel cultural de los miembros era alto en comparación
con los estándares de aquella época, pronto se convirtieron en el
destino favorito de los intelectuales, mismos que al pasar a formar
parte de la masonería obtenían el respaldo de un grupo influyente en la
comunidad y la tranquilidad de poder discutir cualquier tema sin miedo a
filtraciones o represalias de las autoridades civiles o religiosas
debido al juramento de secrecía que se practicaba.
Masonería especulativa
Ya para el siglo XVIII la composición de
la fraternidad había cambiado por completo. Los miembros dedicados a la
construcción habían pasado a ser la minoría y los intelectuales habían
asumido el control de la organización. El 24 de junio de 1717 cuatro
logias de Londres acordaron reunirse en la Goose and Gridirion Alehouse
(la Taberna del Ganso, destruida en 1894) para formar la primera
institución formal que regiría a la fraternidad en lo sucesivo: La Gran Logia Unida de Inglaterra. Tres de esas cuatro logias fundadoras sobreviven en la actualidad: Antiquity No. 2, The Lodge of the Rummer and Grapes (ahora llamada Royal Somerset House and Inverness Lodge No. 4) y The Lodge at the Apple Tree Tavern (ahora llamada Lodge of Fortitude and Old Cumberland No. 12).
En 1751 se fundó en Londres una segunda gran
logia: La Gran Logia de Antiguos, Libres y Aceptados Masones,
idéntica a la primera pero con un ceremonial distinto para el grado de
Maestro. Los partidarios de la nueva gran logia se hacían llamar antiguos
porque decían representar fielmente los principios de la fraternidad
original. Los partidarios de la primera institución fundada en 1717
pasaron a llamarse, irónicamente, los modernos. Ya para esas fechas se habían reclutado a destacados personajes y miembros de la nobleza europea y en 1786 uno de ellos, Federico II de Prusia,
encabezó el primer intento de unificación de la fraternidad al proponer
un reglamento, ceremonial y estructura de grados muy completos pero
basadas ampliamente en la religión Cristiana, lo cual impedía o
dificultaba el acceso a la orden a personas de otra religión.
Sin embargo, la rivalidad entre ambas terminó en 1813 con la reforma a la Gran Logia original, misma que pasó a llamarse Gran Logia Unida de Inglaterra de Masones Antiguos, Libres y Aceptados.
Al unificarse acordaron crear una Logia de Reconciliación que durante 2
años recibió propuestas de ceremoniales y estándares de todas las
logias. En 1816 la Logia de Reconciliación presentó su propuesta final
de liturgias y estándares completamente laicos. Desde entonces se acordó
reconocer a la Gran Logia Unida como autoridad rectora de la masonería
llamada regular (teista y masculina) a nivel mundial.
La revolución francesa da origen a la llamada Masonería liberal que acepta la laicidad y la pertenencia de la mujer.
A partir de esa fecha la fraternidad ha
crecido de tal forma que en la actualidad se encuentra presente en casi
todos los países de la Tierra y su lista de miembros abarca millones de
personas que, día con día, se reúnen para ejercer su libertad de
expresión, aprender, y hacer llegar al resto de la Sociedad sus principios.
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